El proceso del cambio difícilmente se produce por generación espontánea y con gran dificultad sin el apoyo de la institución a la que se pertenece. Lo que sí puedo constatar a lo largo de mi experiencia profesional es que el movimiento se demuestra andando.
En la educación, como en todas las facetas de la vida, se debe convencer y proponer frente a la imposición de la normativa o la moda transformadora de cada momento. Las teorías educativas, los nuevos paradigmas del modelo educativo y la proliferación de gurús transformadores han de pasar por el filtro de tu escuela y de la comunidad educativa que la enmarca y le da vida. Esta comunidad educativa suele ser una maquinaria bien engrasada y programada que, para una necesaria transformación, ha de mover pesadas estructuras que tardan tiempo en poder optimizar su potencial adecuándose a nuevos materiales y sistemas. Procesos que siempre funcionaron, materiales que siempre han servido, testigos de éxito avalados por muchos años de experiencia,..., ¿por qué cambiar?
Volviendo a entender que los movimientos institucionales llevan su tiempo, sí he de decir que esto no ha de impedir que la vocación e ilusión de profesionales, que necesitan desarrollar la innovación educativa en sus aulas hoy, tengan que detenerse hasta que toda la maquinaria se mueva. Estos motores del cambio, han de ser verdaderos transformadores, siempre desde la formación y la investigación, que creen experiencias en su aula con su alumnado y con las familias de estos. Ejemplos y promotores de que un nuevo paradigma educativo es posible, cambios de roles - en los que hay que incluir a la familia, y que tiene resultados notables en todos los implicados en el proceso educativo.
Más allá de estas reflexiones y de mucho esfuerzo en cada paso, dejo aquí esta infografía que, según mi experiencia, puede ser la pauta de esa transformación que esos "docentes especiales" ayuden a sus instituciones a creer en la realidad y eficiencia de la cultura del cambio.