Nos adentramos en el conocimiento y análisis de los mapas topográficos de manera inversa, es decir, creamos una montaña a partir de la cual trazaríamos las diferentes cotas de nivel. Crearon un grupo de montañas (no menos de tres) a modo de isla y que al menos una de ella llegase a los diez centímetros. Posteriormente, con ayuda de un hilo y a una altura de 1 cm, fueron seccionando la isla (con marcas posicionales para poder trasladarlas al papel sin variar su posición) y marcando su silueta sucesivamente hasta trazar por completo las cotas de nivel de su isla.

Se les proporcionó una escala para que casa centímetro tuviese una representación en la realidad, con ello establecieron la altura de cada sección y crearon una leyenda explicativa. Finalmente, para completar la actividad, hicieron una sección longitudinal de la isla que trasladaron al papel para marcar su silueta a modo de ruta de montaña. Tendrían que medir exactamente esta silueta y calcular, a escala, su distancia real. Discurrieron hasta determinar que si pasaban un hilo de manera precisa por la ruta y luego medían con una regla su longitud podrían precisar la longitud real de esa ruta.